5 razones por las cuáles el Estado Islámico será derrotado

Análisis sobre la organización fundamentalista de origen sunnita, autodenominada “Estado Islámico” y las razones por las que se encuentra condenada al fracaso.

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Ante la sorpresa –y el horror- de la comunidad internacional, en los últimos meses la organización fundamentalista de origen sunnita, autodenominado “Estado Islámico” se ha hecho al control de grandes porciones del territorio del oriente de Siria y el norte y occidente de Irak. En el camino, humillaron al ejército iraquí con rápidas victorias, atacaron a las fuerzas rebeldes moderadas que luchan contra Bashar al-Assad en Siria y ha intentado exterminar a minorías étnicas y religiosas y enclaves de minorías locales como los kurdos o los yizadiz.

Las potencias vecinas, como Turquía o Arabia Saudita –con algo de reticencia-, y Occidente –con mucho más escepticismo- han lanzado una campaña de bombardeos y apoyo a poderes locales para enfrentar al Estado Islámico. En un principio, la intervención no logró los resultados esperados, pero el mantenimiento de la ofensiva y la ayuda de combatientes locales, han empezados a conseguir avances en las últimas semanas.

Algunos analistas siguen desconfiando de la posibilidad de “destruir” al EI, como lo prometió el presidente estadounidense Barack Obama al anunciar los bombardeos de la OTAN contra el grupo, pero existen cinco razones principalmente para entender que, coyuntural y estructuralmente, el Estado Islámico se encuentra condenado al fracaso.

1. Conquistar es fácil, gobernar por otro lado…: el fundamentalismo del Estado Islámico es uno de sus peores enemigos. En efecto, luego de conquistar pueblos, ciudades y provincias sirias e iraquíes, el Estado Islámico ha intentado establecer algunas mímicas de autoridad (la mayoría, simplemente reciclando instituciones locales o tribales existentes), pero al mismo tiempo, han impuesto las sanciones de su versión de la Ley Islámica, sobre un control social extremo, violento y arbitrario, con crucifixiones, decapitaciones, violaciones, y masacres. Ese tipo de dominación ya ha probado ser un importante incentivo para la resistencia de las poblaciones locales y el ascenso de grupos de oposición armada a la ocupación. En el caso del EI, es solo una cuestión de tiempo.

2. Hacer enemigos es más sencillo que hacer amigos: el Estado Islámico nació como un proyecto de construcción de nuevo Califato Islámico, y este objetivo “misional” ha determinado las acciones y la expansión del grupo, llevándolo, primero, a crecer demasiado rápido y dependiendo de poblaciones locales y tribus cuya lealtad es en el mejor de los casos dudosa, y segundo, ha implicado la creación de docenas de grupos y países enemigos en un cortísimo lapso de tiempo, mientras, por supuesto, la creación de amigos ha sido exigua.

3. La geopolítica puede ser bastante cruel con sus hijos: el Estado Islámico nació y se nutrió de la inestabilidad de la región –y el creciente extremismo de algunos grupos locales- en la primera década del 2000. Su expansión fue posible, sobre todo, por los problemas vividos por Bashar al-Assad en Siria y luego, por las decisiones políticas torpes del gobierno chiita de Bagdad, cuya persecución de la minoría sunnita del norte del país preparó el terreno para que el EI fuera recibido como liberador por las poblaciones excluidas. Pero nacer del caos implica vivir de él, y la caminante coyuntura regional puede crear reyes y destronarlos con igual rapidez.

4. Llamar la atención de Occidente es perder: durante meses, las potencias Occidentales, aunque declaraban su preocupación y apoyaban el ingreso al conflicto de las potencias regionales, se mantuvieron prudentemente distanciados de intervenir en la lucha contra el Estado Islámico. Pero la creciente inestabilidad y sobre todo, el asesinato de ciudadanos occidentales por el EI llevaron a que Estados Unidos y sus aliados europeos no tuvieran opción sino intervenir directamente y buscara construir un coalición regional contra el grupo fundamentalista. Este es, por supuesto, un enemigo que el Estado Islámico no puede permitirse y que ha invertido recursos económicos y políticos importantes en luchar contra la expansión del grupo en la región.

5. Financiarse con el saqueo es insostenible: el Estado Islámico, como otros grupos similares, utilizan el saqueo como principal fuente de financiación. El problema es que el robo de recursos y la captura de rentas no suelen crear riqueza y aunque en los primeros momentos de la conquista son una fuente importante para mantener el esfuerzo bélico, tienden a agotarse rápidamente o a crear dependencia de intermediarios poco confiables, como en el caso del contrabando de petróleo o artefactos históricos. Así, con el tiempo, las rentas que sustentan a los militantes, sus armas y provisiones, se irán reduciendo cada vez más, obligándolos a ampliar su control territorial y a estirar sus líneas de comunicación y de logística, hasta un punto, seguramente, insostenible.

Autor: Santiago Silva Jaramillo

Fuente: http://realpolitikmundial.com/

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