Cuba y Estados Unidos: ¿Una nueva relación?

Cuba y Estados Unidos parecen haber ingresado en una nueva senda diplomática. La última reunión entre Raúl Castro y Barack Obama en el marco de la Conferencia de las Américas realizada en Panamá, parece confirmar el rumbo iniciado en enero, con el anuncio del fin del bloqueo.

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La reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos constituye una demostración de la fortaleza de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama para influir en el curso de la historia y superar décadas de enfrentamiento muy duras. Las condiciones para retomar el diálogo contienen concesiones de ambas partes. Los Estados Unidos no han levantado aún el embargo económico contra la isla, cuya decisión depende del Congreso de ese país, ni Cuba ha modificado su sistema político. Pero existió comprensión sobre la necesidad de dejar atrás un remanente de la guerra fría y comenzar a transitar un camino de coexistencia.

En la Cumbre de las Américas, el presidente Raúl Castro reconoció la valiente decisión de Barack Obama de involucrarse en un debate con el Congreso de su país para ponerle fin al bloqueo pero al mismo tiempo defendió el “derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural, como condición esencial para asegurar la convivencia entre las naciones” como está dicho en la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. En su respuesta, el Presidente Obama señaló “tampoco es un secreto que tenemos diferencias significativas… seguiremos hablando en nombre de valores universales que para nosotros son significativos y estoy seguro de que el Presidente Castro tiene temas que para él revisten importancia”.

El diálogo entre Cuba y los Estados Unidos se inscribe en el proceso de transformación que está viviendo la economía cubana para adaptarse a las nuevas condiciones de la economía mundial luego de la crisis de 2008 y abandonar los principios dogmáticos que le han impedido avanzar en el proceso de desarrollo. Según las cifras de UNCTAD el ingreso per cápita es de sólo 5.890 dólares y la balanza comercial arrojó un déficit de 9.190 millones en 2013 como consecuencia de exportaciones por 5.588 e importaciones por 14.778 millones. La diferencia es cubierta con ingresos provenientes principalmente del turismo lo que pone un límite a las necesidades del país. Con motivo del estancamiento, el Gobierno inició un proceso denominado “actualización del modelo económico con el objetivo de perfeccionar nuestro socialismo” que consiste en eliminar las distorsiones de precios, facilitar la iniciativa privada y promover el ingreso de inversiones externas en una escala mayor al presente. Todas esas reformas necesitan de dólares para modernizar la estructura productiva y evitar nuevos sacrificios al pueblo cubano.

La iniciativa del presidente Obama forma parte del nuevo redimensionamiento de la política exterior estadounidense de concentrarse en los temas prioritarios y abrir vías de convivencia donde no existen riesgos de conflicto para su seguridad. La persistencia de la beligerancia con Cuba ha sido solo producto de una minoría refugiada en un pasado lejano. Obama expresó esta realidad cuando dijo: “Nosotros no queremos estar atrapados por la ideología, por lo menos, yo no lo estoy. Me interesa el progreso y me interesan los resultados”. El Presidente pareciera haber aceptado que los Estados Unidos deben trabajar en conjunto con otros países como sucede en el manejo de la crisis de Ucrania, Irán y el Estado Islámico. La Cumbre de las Américas representó una oportunidad bien aprovechada por la diplomacia norteamericana para sentarse con el resto del continente y los pocos escarceos verbales fueron un entretenimiento en comparación con las disputas en otras partes del mundo.

Esta cambiante realidad en el Hemisferio pareciera difícil de digerir para algunos gobiernos que hacen del antiamericanismo y de la historia banderas del presente para reafirmar sus posiciones ancladas en convicciones ideológicas. Pero es llamativo que esa retórica se frene ante la aceptación del principio del “respeto inalienable de los Estados de elegir su sistema político” como si el Estado fuera siempre el genuino representante de la soberanía popular. La elección de los regímenes debería residir solo en el pueblo y no en la entidad Estado del cual emana el poder y que en más de una oportunidad ha sido cooptado por grupos usurpadores aunque pretendan actuar en nombre de la voluntad popular. Los ejemplos abundan en América Latina y el Caribe. La “realpolitik” obliga a los países a lidiar con este escenario contradictorio en las relaciones internacionales pero no por ello es necesario hacerlos parte de sus valores y principios.

El diálogo entre ambos países recién ha comenzado y no estará exento de problemas como sucede en toda negociación donde existen intereses conocidos en ambos lados que intentarán entorpecerlo. Pero constituiría una muestra de madurez que la voluntad demostrada por Barack Obama y Raúl Castro pudiera extenderse a todo el Continente para aportar soluciones a los graves problemas de pobreza y narcotráfico que todavía perduran en la región.

Autor: Felipe Frydman
Fuente: http://bit.ly/1Hf8eXE