Fantasmas del pasado en las primarias americanas

Estos últimos días Jeb Bush y Hillary Clinton, los favoritos en las primarias americanas, han sido visitados por fantasmas de presidencias pasadas. Los dos candidatos parten con la ventaja en estas elecciones de ser mucho más conocidos que sus rivales, gracias a su apellido y conexiones familiares. El problema para ambos es que este apellido puede en ocasiones convertirse en un lastre.

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Empezaremos con Hillary Clinton. Su maldición no es tanto los años de su marido en la presidencia (que vistos en perspectiva ahora parecen una edad dorada), sino sus actividades ya jubilado al frente de la Fundación Clinton.

La polémica empieza con un libro titulado “Clinton Cash” que insinúa (de forma un tanto discutible) que las donaciones de gobiernos y potentados millonarios de todo el mundo a la fundación eran una tapadera para comprar favores de Hillary cuando era secretaria de estado. Aunque las pruebas son circunstanciales y el libro contiene algunos errores de bulto, es cierto que algunas de las aventuras del Bill Clinton filántropo podían generar potenciales conflictos de intereses con el trabajo de su mujer. No me voy a meter en los méritos del libro (básicamente porque no lo he leído), pero lo cierto es que los periodistas llevan dos semanas obsesionados sobre si esto afectará o no la campaña, algo que no ayuda a Hillary demasiado.

La historia de Jeb Bush es más divertida, en parte porque el candidato se ha metido él solito en un berenjenal. El sábado, en una entrevista en Fox, Megyn Kelly le preguntósi sabiendo lo que sabemos ahora la decisión de invadir Irak fue correcta. Sin dudar un segundo, Jeb Bush contestó que sí, ante la estupefacción de Kelly y básicamente cualquier persona que haya visto una encuesta en los últimos cinco años sobre el tema.

El candidato no tardó en darse cuenta del error; al día siguiente gente de su campaña andaban diciendo que lo que sucedió es que no había entendido bien la pregunta (el hombre tiene problemas con el subjuntivo, o algo así). Ante las carcajadas generales (y las críticas de otros candidatos como Ted Cruz o Marco Rubio, diciendo que la invasión fue un error), Bush pasó a decir que todo era hipotético el martes, para finalmente admitir, a regañadientes, que no va a contestar la pregunta porque sería una falta de respeto a las tropas. No fue hasta ayer cuando finalmente admitió que sí, fue un error, y que le dejen en paz.

Aunque ambas historias han generado polémica, creo que Clinton apenas se verá afectada por la suya, mientras que Bush va a arrepentirse durante meses de sus errores esta semana. La polémica de la fundación Clinton es bastante abstracta; no hay pruebas sólidas, sólo insinuaciones. Para un observador parcial (un votante demócrata en las primarias demócratas) es un ataque republicano más contra los Clinton. Ante la falta de evidencia, los periodistas fuera de Fox News se aburrirán pronto del tema, y nadie se acordará de ello en las generales.

La pifia de Bush, sin embargo, es un poco más seria. Aunque la figura de su hermano está menos desacreditada que hace seis años, su rápido cambio de opinión sobre Irak ha sido visible y obvio. Al contrario que Hillary Clinton, que no tiene nadie en las primarias que la critique (Bernie Sanders es tan quijotesco que ha dicho que sólo hablará sobre su programa, no de Hillary), Jeb va a tener un coro de oponentes que le van a estar recordando esto de aquí al final de las primarias.

De forma más significativa, la pifia sobre Irak es una señal para los donantes: Jeb no es el candidato dominante, pulido y sólido que pretende ser. Si un presidenciable republicano es capaz de meterse en un circo semejante tras pifiar una entrevista en Fox News, Dios sabe qué clase de errores va a cometer cuando las cosas se pongan serias. La polémica de esta semana es además un recordatorio que Jeb Bush es muyvulnerable en política exterior. Simplemente, todo lo que hizo su hermano será utilizado en su contra, y todo lo que diga en contra de su hermano será analizado, diseccionado y releído para ver cómo de fratricida es la lucha. Para un candidato, no es una una perspectiva agradable.

Por encima de todo, la admisión colectiva sobre la monumental pifia que fue la invasión representa un punto de inflexión en el debate de política exterior en Estados Unidos. Desde el 2003 los republicanos partían de la idea que no había intervención militar mala; hoy el consenso del partido parece ser que Bush II cometió un error grave metiéndose en una guerra en oriente medio. Parece que al fin, tras más de una década de debates merluzos con republicanos siempre pidiendo bombardear e invadir cosas, en estas presidenciales los dos partidos van a tomarse esto de ir a la guerra un poco más en serio.

Autor: Roger Senserrich
Fuente: http://bit.ly/1dhXjFa